por Damián Sileo
 
Género: Ficción
Si en el comentario del libro anterior ("Nicolás") les dije que el tal Carpatia daba asquito, en este cuarto volumen, créanme, me dieron ganas de ser el Capitán Steele (a esta altura, nuestro nuevo superhéroe) y tomarlo al quía de las solapas revolcándolo por el piso y decirle: "Nicolás, usted explique esto como quiera, pero déjeme ser el primero en decírselo: ¡Acaba de ver la Ira del Cordero!"
Ya se había producido el gran terremoto que azotó (azotará, en realidad) al mundo y durante ese suceso extraordinario, el Capitán Steele llevaba volando a Nicolás Carpatia, que como producto de la obsecuencia de su segundo (un tal León Fortunato) ahora llevaba por título. Su Excelencia. Era tal la calentura de Steele que llegó a agredirlo de hecho a Carpatia, que ni se inmutaba por los fenómenos sobrenaturales que estaba presenciando (la tierra partiéndose en pedazos y la luna tomando un color rojizo). Mientras tanto, el rabino converso Zion Ben Judá utilizaba la internet para enseñar las profecías y su popularidad terminaba de enervar a Nicolás, que ya no se lo bancaba más.
Camilo Williams, en tanto, intentaba recuperar a su esposa Cloé, que había desaparecido en el terremoto, y recorrió cielo, mar y tierra hasta que... mejor no se los digo, lean el libro.
Bueno, el final de libro nos muestra un panorama bastante desalentador para el Comando Tribulación, cuyos componentes eran perfectamente concientes de esto. No obstante, se preparan con mayor ahínco para lo que iba a venir...


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